La mezcla de un gran destino turístico, un recorrido plano y su ubicación a nivel del mar lo hacen uno de los mejores lugares para estrenarse como maratonista. México fue el país con mayor número de corredores, después de los Estados Unidos y 6,600 individuos corrieron en nombre de 83 fundaciones de caridad, quienes planeaban obtener una suma de 12 millones de dólares para personas alrededor del mundo.
Todo parecía indicar que este sería un año más de gloria y fiesta, hasta que por primera vez en muchos años, el otoño alcanzó temperaturas de 35°C y los organizadores del maratón, quienes parecían no estar preparados con agua y gatorade suficiente para los corredores, cancelaron la carrera.
La carrera empezó a las 8:00 am en el Grant Park en la Michigan Ave., pero muchos, pudieron pisar el tapete de salida casi 30 y hasta 50 minutos después, debido al gran número de participantes. Los primeros 10 kilómetros estuvieron llenos de alegría, emoción y sombra de los gigantes rascacielos. Mucho apoyo y porra de los espectadores, (entre los cuales vi a muchísimos mexicanos), bandas de música y una fiesta generalizada, hasta que el sol empezó a subir y las estaciones médicas no podían darse abasto con la cantidad de desmayados y deshidratados. De un momento a otro no hubo ambulancias suficientes para atender a los corredores y la ciudad de Chicago tuvo que pedir auxilio a las poblaciones aledañas.
Los habitantes de la ciudad de los vientos, salieron a las calles con botellas de agua y mangueras para refrescar a los corredores, que desesperados empezaron meterse y beber agua de las fuentes públicas, mientras que los bomberos abrieron las tomas de agua a lo largo del recorrido.
Cuando el director de la carrera, Carey Pinkowski se dio cuenta la situación se puso en contacto de inmediato con el director médico: George Chiampas y ambos acordaron llevar a cabo el plan de contingencia. Nunca imaginaron que sería el calor y no un ataque terrorista o un tornado (únicas causas previstas para cancelar la carrera), lo que los obligaría a terminar uno de los maratones más importantes a nivel internacional en su treinta aniversario.
A pesar de la rabia y frustración generalizada de los participantes, los organizadores de la carrera no ofrecen disculpas a los más de 15,000 corredores que fueron desviados por la policía después de 3 horas y media, a los cuales no se les permitió llegar a la meta. Dicen haber actuado a favor de los corredores, quienes simplemente no querían dejar de correr.
El maratón concluyó con una caótica confusión, la cancelación eventos de celebración, 350 hospitalizados en el Northwestern Hospital y un muerto, a pesar de que las probabilidades de morir en un maratón son de 1 en 100,000. Chad Schieber de Midlan Michigan, quien corría a lado de su esposa Sarah para apoyarla en su lucha en contra de la diabetes perdió la vida cuando intentaba terminar su primer maratón, a pesar de saber que tenía una ligera falla cardiaca. cardiólogos de la universidad de Chicago, afirmaron para el Chicago Sun Times que no fueron las condiciones extremas y no su enfermedad lo que terminó con su vida.